Todos manipulamos
Parece una declaración excesiva, pero es real. La forma en que nos relacionamos los seres humanos tiene una base emotiva que se genera a través del vínculo afectivo entre el bebé humano y sus cuidadores desde el nacimiento. Es ahí, durante la primera infancia, que las crianzas humanas (bebés) se convierten en receptores de los afectos (deseables e indeseables) de sus cuidadores. Los primeros intentos de comunicación consisten principalmente en interacciones en las cuales el cuidador brinda atención al bebé a través de diversos canales, tales como la mirada, las caricias, las palabras, los juegos, las canciones, la limpieza y las atenciones. Estas interacciones en conjunto indican al bebé el grado de valoración, cuidado y amor que recibe.
La base fundamental de la comunicación humana radica en el afecto. En los primeros años de vida, el afecto es esencial para nuestra supervivencia. La carencia de conexiones afectivas en esta etapa puede llevar a retrasos cognitivos que se manifiestan en el desarrollo tardío del lenguaje, la marcha, la motricidad y otros problemas que impactan tanto interna como socialmente, afectando la autoestima y nuestras relaciones interpersonales. Es aquí donde aprendemos a influir emocionalmente en otros: desde el nacimiento, el ser humano busca "manipular" emocionalmente a su madre (o cuidador principal), y esta a su vez realiza lo mismo para educar a sus hijos.
"... La base de la comunicación humana es el afecto."
Pero, ¿por qué hablamos de manipulación? Porque la manipulación constituye el cimiento de la educación que prevalece en nuestra sociedad en diversos niveles. En el hogar, se condicionan los permisos, los elogios e, incluso de manera lamentable, el amor. La escuela también ilustra esta dinámica de manipulación, ya que para obtener evaluaciones, puntos adicionales, medallas, diplomas y reconocimientos, se recurre a un proceso de condicionamiento, lo que implica un grado determinado de manipulación.
La relaciones de pareja no pueden estar al margen de este tipo de interacciones porque la pareja está conformada por personas que han vivido educadas a partir de la amorosa manipulación desde casa, la escuela y el medio social. Pero, ¿no se puede vivir sin manipular o ser manipulados?
Lo cierto es que el consenso, el acuerdo o la negociación representan la otra cara de la moneda en relación a la manipulación, ya que en estas formas de comunicación no existe la mentira ni el engaño. El consenso se presenta como la manera ideal en la cual las relaciones, incluso las familiares, pueden evolucionar; sin embargo, alcanzar este tipo de relaciones basadas en acuerdos requiere un esfuerzo personal considerable. Aunque en ocasiones la familia puede ser un entorno donde estas interacciones se desarrollan de manera natural, es innegable que en la mayoría de los casos es necesario trabajar en el ámbito emocional y en la forma en que expresamos nuestros deseos y necesidades para lograr:
- Identificar genuinamente nuestras necesidades o emociones. Decir “genuinamente” significa que no siempre sabemos identificar la necesidad o emoción que tenemos, por ejemplo, a los hombres les enseñan a ocultar tanto sus emociones que es posible que cuando sienten miedo o tristeza, solo puedan decir que están enojados, porque es la única emoción que les es permitida en esas familias; por otro lado, habrá mujeres que cuando necesitan amor o cuidado digan que tienen hambre o quieran salir de compras porque se pueden sentir con miedo a pedir ese amor o cuidado que en la infancia les fue negado o intercambiado por alimentos u objetos como regalos materiales. No siempre es así, pero estos ejemplos nos ayudan a entender que no es tan fácil identificar genuinamente nuestros deseos o emociones.
- Aprender a gestionar nuestras emociones de una forma que no lastimen a nadie. Esto es realmente complicado cuando se proviene de crianzas violentas. La violencia no es sólo decir palabras que lastiman o golpear. No, violencia también es el chantaje, el sarcasmo, la burla, anulación en presencia y muchas otras actitudes que bajan la autoestima y minan la confianza. La familia es el espacio en el que nos enseñan cómo vivir las emociones, así cuando recemos la forma en que gestionamos el enojo depende en gran medida de la forma en que se vivió el enojo en nuestro hogar. Esto nos ayuda a entender porque las personas repiten patrones más allá de su voluntad, en realidad se replican los modelos familiares más allá de la voluntad de las personas y por eso es tan importante aprender nuevas formas de gestionar las emociones de formas que no lastimen a las personas al rededor ni a la persona en sí misma.
- La familia es el espacio en el que nos enseñan cómo vivir las emociones, así cuando recemos la forma en que gestionamos el enojo depende en gran medida de la forma en que se vivió el enojo en nuestro hogar. Esto nos ayuda a entender porque las personas repiten patrones más allá de su voluntad, en realidad se replican los modelos familiares más allá de la voluntad de las personas y por eso es tan importante aprender nuevas formas de gestionar las emociones de formas que no lastimen a las personas al rededor ni a la persona en sí misma.
- Aprender a crear acuerdos por consenso. Para esto es indispensable la práctica continua de los puntos anteriores y favorecer un tipo de comunicación clara y honesta en la que no se practique hacer sentir culpable a las personas por no estar de acuerdo o tener planes personales. Hay que recordar que los acuerdos no necesariamente implican que todas las partes van a tener todo lo que desean o todas sus necesidades satisfechas, sino que hay que aprender a ceder y negociar en favor del mayor beneficio de todas las partes involucradas.
Como hemos observado, la manipulación constituye la forma más primitiva y rudimentaria de la interacción humana. Sin embargo, es posible transformar estas dinámicas en relaciones mucho más efectivas en las cuales el cuidado y el respeto mutuo sirvan como cimientos sólidos. Para lograrlo, es esencial poner en práctica los puntos previamente mencionados y comprender que este proceso no es sencillo. No obstante, siempre existen herramientas y profesionales especializados que pueden guiarnos en el cambio de nuestras pautas de negociación, con el propósito de mejorar la calidad de nuestras relaciones y, por consiguiente, de nuestra vida en su totalidad.
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